Días de Precepto

DÍAS DE PRECEPTO

Los días de precepto son solemnidades de la Iglesia en que hay obligación de participar en la Santa Misa.

Además de los domingos, la Iglesia observa solemnemente los siguientes días: Navidad, Epifanía, Ascensión, Corpus Christi, Madre de Dios, Inmaculada Concepción, Asunción, San José, San Pedro y San Pablo, Todos los Santos. 

La Conferencia Episcopal de cada país debe escoger los que se celebran como precepto y puede transferir algunas de estas solemnidades al domingo mas cercano.

Las fechas indicadas son los días de precepto comunes para toda España (además de los DOMINGOS). 

Son días de precepto los que hay obligación de asistir a la Santa Misa, si no hay una necesidad grave que lo impida.

No son días de precepto: el Miércoles de Ceniza, el Jueves Santo, el Viernes Santo, el 1 de mayo, el 12 de octubre.

Las fiestas de precepto establecidas en el Calendario particular de España no trasladadas a domingo son las siguientes:

a) del Señor:

6 de enero: Epifanía del Señor

25 de diciembre: Natividad del Señor

b) de la Santísima Virgen:

1 de enero: Santa María Madre de Dios

15 de agosto: Asunción de la Virgen María

8 de diciembre: Inmaculada Concepción

c) de los Santos:

19 de marzo: San José, Esposo de la Virgen María

25 de julio: Santiago Apóstol, patrono de España

1 de noviembre: Todos los Santos

Jueves santo, viernes santo y vigilia pascual no son de precepto.

Jueves y viernes santos, así como la vigilia pascual, no son de precepto. Precepto domingo de ramos y domingo de pascua, pero simplemente por ser domingos. A muchos los resulta algo paradójico. Normal. Cualquiera de nosotros haría obligada la asistencia a los oficios de estos días.

Jueves santo: mandamiento del amor, eucaristía, sacerdocio, Cristo entregándose mientras se masca la tragedia que sabe inminente. No es obligatorio asistir, acompañar, estar con él. Ni en los oficios ni en el monumento.

Dolor de viernes. Un hombre, el Hijo de Dios, se desgarra clavado en una cruz. A los pies, apenas su madre, rota, con las lágrimas agotadas de tanto llorar y sufrir, el más joven de sus discípulos y algunas mujeres. Se culmina la redención del género humano. No es precepto, no es de obligada asistencia. No nos pide nada. Es gratis.

Júbilo de noche pascual, en la que recordamos las maravillas del amor de Dios por el hombre a lo largo de la historia. Noche para la resurrección y la vida. Cristo sale victorioso del sepulcro. Tampoco es obligatorio asistir. Nada se nos exige. Todo es gratis.

El culmen de la redención, el triduo pascual, los días más grandes de la vida del cristiano. La lógica más simple nos hubiera impuesto la asistencia a todos los oficios de estos días. Pero Cristo desde el dolor, la entrega y la cruz, se ofrece con tal generosidad que a cambio no pide ni siquiera acudir un rato al templo con los hermanos. No pide, no exige nada, simplemente se da.